- 1972 - La Resistible Ascención de Arturo Ui
Por Roger Mirza.
La resistible ascensión de Arturo Ui (segunda versión estrenada el 6 de junio de 1972) por El Galpón, bajo la dirección de Ruben Yáñez, se presentó en momentos en que el país y la situación económica, social y política, se habían agravado aún más durante la presidencia de Pacheco Areco, hasta alcanzar extremos de represión y autoritarismo inéditos en la historia del Uruguay moderno. Un par de meses antes de las elecciones de noviembre de 1971, Carlos Quijano hacía un implacable balance del gobierno de los últimos cuatro años en Uruguay:
"Desde junio de 1968, con una breve interrupción, vivimos bajo medidas prontas de seguridad. La constitución ha quedado reducida a un artículo que sirve para todo, del cual se extrae todo, que todo lo permite. Prender a la gente y mantenerla en la cárcel cuando los jueces los liberan. Desacatar al Poder Judicial. Continuar aplicando las medidas cuando el Parlamento las levanta. Censurar a la prensa, clausurarla. Violar la correspondencia; crear delitos por decreto; intervenir a los entes autónomos y después intervenir a los interventores. Torturar. Obligar al destierro y al mismo tiempo entorpecer sádicamente la salida de aquellos encarcelados sin causa que optan por la dolorsa expatriación. Tanta arbitrariedad ¿a dónde ha conducido? …"
Y después de enumerar la desastrosa situación económica agrega:
"[El gobierno] abusó del poder, pisoteó la constitución, congeló salarios, encarceló a miles de ciudadanos, clausuró diarios y semanarios, excomulgó palabras, dio vía libre a la tortura, juntó cadáveres. Gobernar ha sido en este nuevo y ominoso tiempo, castigar, sólo castigar. Trajo de la mano para sentarlos a nuestro lado, para obligarnos a vivir con ellos, el odio y la violencia". (Marcha, 10 de setiembre de 1971, p. 5)VER
"Desde junio de 1968, con una breve interrupción, vivimos bajo medidas prontas de seguridad. La constitución ha quedado reducida a un artículo que sirve para todo, del cual se extrae todo, que todo lo permite. Prender a la gente y mantenerla en la cárcel cuando los jueces los liberan. Desacatar al Poder Judicial. Continuar aplicando las medidas cuando el Parlamento las levanta. Censurar a la prensa, clausurarla. Violar la correspondencia; crear delitos por decreto; intervenir a los entes autónomos y después intervenir a los interventores. Torturar. Obligar al destierro y al mismo tiempo entorpecer sádicamente la salida de aquellos encarcelados sin causa que optan por la dolorsa expatriación. Tanta arbitrariedad ¿a dónde ha conducido? …"
Y después de enumerar la desastrosa situación económica agrega:
"[El gobierno] abusó del poder, pisoteó la constitución, congeló salarios, encarceló a miles de ciudadanos, clausuró diarios y semanarios, excomulgó palabras, dio vía libre a la tortura, juntó cadáveres. Gobernar ha sido en este nuevo y ominoso tiempo, castigar, sólo castigar. Trajo de la mano para sentarlos a nuestro lado, para obligarnos a vivir con ellos, el odio y la violencia". (Marcha, 10 de setiembre de 1971, p. 5)VER
La represión del estado, las violaciones permanentes a los derechos humanos, los atentados contra personas y organizaciones de izquierda se multiplicaron en los meses siguientes a estas declaraciones; y después de las elecciones Marcha publica bajo la firma H.J. un largo artículo con el título “La subversión permitida” acompañado de un cuadro titulado “4 meses, 54 atentados”, en el que registra y enumera con precisión esa multiplicación de atentados cometidos contra personas e institucioes de izquierda entre el 28 de noviembre de 1971 y el 31 de marzo de 1972 (Cf. Marcha del 7 abril de 1972, p. 10 y 11).VER
En la semana siguiente Guillermo Chifflet registra otros tres atentados que se agregan a los anteriores (Marcha 14 de abril de 1972, p. 9).VER
Es en ese contexto y en ese clima que se estrena la nueva versión de Arturo Ui, bajo la dirección de Rúben Yáñez. La obra denunciaba justamente el ascenso del nazismo en Alemania, con el clima asfixiante, el miedo, las persecuciones, las detenciones arbitrarias, la violencia ejercida desde los poderes del Estado. Y el público uruguayo no podía dejar de vincular varios aspectos del espectáculo con la escalada de violencia que vivía en su propia realidad y que culminaría con el golpe de estado del 27 de junio de 1973 y la instalación de la dictadura en el país.
La crítica destacó la solidez y coherencia de la puesta en escena, la rigurosa observancia de los preceptos estéticos de Brecht, en un espectáculo que Ruben Yáñez dirigió con gran habilidad, solidez y solvencia y que “contiene verdades de tan puntual, tan lineal aplicación al Urugay de hoy, que dispensan de mayor análisis. No hay dos interpretaciones y la denuncia, el grito de alerta, adquieren una fuerza y una vigencia espeluznantes”, (Gerardo Fernández, Marcha, 16 de junio de 1972, 26).
También se señalan los aciertos del dispositivo escénico de Gallup y Dumnova, así como los demás aspectos ténicos y actuaciones donde son particularmente eficaces Blas Braidot, Eduardo Prous, Eduardo Freda, Pérez Soto, Myriam Gleijer y Juan Gentile quien reedita su notable viejo actor Mahoney.
Para destacar especialmente la memorable actuación de Villanueva Cosse, que “ingresa plenamente en la galería de las grandes interpretaciones del tatro uruguayo de los últimos veinte años” no sólo por “el despliegue casi insolente de recursos histriónicos de que el autor hace gala, ni por una utilización asombrosamente consumada de máscara y cuerpo”, sino particularmente porque “sin perder individualidad su Arturo Ui es un arquetivo y su evolución ilustra perfectamente el proceso mental del fascista. Al comienzo su Ui es neurótico e inseguro, un patán alicaído, un bufón desocupado”, luego una “marioneta manejada, a veces literalmente, por tititeros más o menos interesados” hasta que finalmente “la marioneta enloquece, cobra vida propia y domina incluso a su creador” (Fernández, 26).
El espectáculo se presentó también con mucho éxito ese mismo año en el Teatro IFT de Buenos Aires y recibió en esa ciudad el Premio al Mejor espectáculo extranjero del año y el de Mejor actor para Villanueva Cosse.
La crítica destacó la solidez y coherencia de la puesta en escena, la rigurosa observancia de los preceptos estéticos de Brecht, en un espectáculo que Ruben Yáñez dirigió con gran habilidad, solidez y solvencia y que “contiene verdades de tan puntual, tan lineal aplicación al Urugay de hoy, que dispensan de mayor análisis. No hay dos interpretaciones y la denuncia, el grito de alerta, adquieren una fuerza y una vigencia espeluznantes”, (Gerardo Fernández, Marcha, 16 de junio de 1972, 26).
También se señalan los aciertos del dispositivo escénico de Gallup y Dumnova, así como los demás aspectos ténicos y actuaciones donde son particularmente eficaces Blas Braidot, Eduardo Prous, Eduardo Freda, Pérez Soto, Myriam Gleijer y Juan Gentile quien reedita su notable viejo actor Mahoney.
Para destacar especialmente la memorable actuación de Villanueva Cosse, que “ingresa plenamente en la galería de las grandes interpretaciones del tatro uruguayo de los últimos veinte años” no sólo por “el despliegue casi insolente de recursos histriónicos de que el autor hace gala, ni por una utilización asombrosamente consumada de máscara y cuerpo”, sino particularmente porque “sin perder individualidad su Arturo Ui es un arquetivo y su evolución ilustra perfectamente el proceso mental del fascista. Al comienzo su Ui es neurótico e inseguro, un patán alicaído, un bufón desocupado”, luego una “marioneta manejada, a veces literalmente, por tititeros más o menos interesados” hasta que finalmente “la marioneta enloquece, cobra vida propia y domina incluso a su creador” (Fernández, 26).
El espectáculo se presentó también con mucho éxito ese mismo año en el Teatro IFT de Buenos Aires y recibió en esa ciudad el Premio al Mejor espectáculo extranjero del año y el de Mejor actor para Villanueva Cosse.
