- 1969 - El Señor Puntila y su Criado Matti
Por Roger Mirza.
Al mismo tiempo el estreno significaba la inauguración de la nueva sala del grupo sobre la avenida 18 de julio, como culminación de un gran esfuerzo por parte del grupo, junto con los alumnos, socios y simpatizantes.
El estreno consituyó un acontecimiento ampliamente anunciado y celebrado por la prensa. En la columna “Teatro” del diario El País se destaca la elección de “una de las piezas más complicadas del autor puesta como desafío para estrenar la sala más ambiciosa nacida jamás de una institución privada del país” (11 de enero de 1969, p. 5) y en Marcha Gerardo Fernández comenta:
"Este espectáculo (…) decididamente militante (…) responde puntualmente a las preocupaciones del autor sobre cuál debe ser el papel que en la transformación de la sociedad le cabe al teatro, este espectáculo consecuente con todos los postulados que hacen de El Galpón el conjunto más admirable de nuestro medio teatral -y me atrevo a decir de nuestro movimiento cultural todo- constituye la mejor manera de inaugurar una sala de formidables posiblidades, que se convierte desde ya en nuevo baluarte de los valores más sanos del país." (Marcha, 17 de enero de 1969, p. 25).
Escrita en Finlandia en 1940 y apoyada en relatos tradicionales y un esbozo dramático de Hella Wuolijoki, Brecht propone una pieza popular, una Volksstück, con canciones y música de Paul Dessau, con algo del teatro isabelino y de la Commedia dell´Arte, que retoma la tradición de la pareja teatral del señor y el criado -como la de Don Juan y Sganarelle en Tirso de Molina o en Molière- y una mezcla de lírismo y realismo, para crear una pieza “rebosante de gracia picaresca” y cuya comicidad surge “de los díálogos o de las situaciones” que “oscilan “entre lo sutil y lo truculento”.
(Ver http://carlos-anton.idoneos.com/teatro_argentino/el_senor_puntila_y_su_chofer/),
La dualidad del señor Puntila y su relación con su criado y chofer Matti son la base de la acción. Brecht explora las posiblidades escénicas de esta relación de poder dinámica y abierta a múltiples cambios y juegos dialécticos.
Cuando Puntila está borracho es un ser alegre, desbordante y generoso, atento con los que lo rodean, seductor y amigo de su personal, pero cuando está sobrio recobra sus condiciones de propietario que explota a sus sirvientes, su naturaleza intolerante y tiránica, sus prejuicios sociales, su egoísmo.
Como figura opuesta, Matti, su criado, mantiene una conducta prudente, siempre alerta y consciente de la distancia de clase para no reaccionar frente a las crueldades de su señor ni ser seducido por sus manifestaciones y sus tentativas de fraternización cuando está ebrio, lo que le hace rechazar, también, los avances de Eva, la hija del señor Matti.
Como señala Gerardo Fernández, Matti es “el más clarividente de los jueces pero se cuida bien de emitir opiniones. Dice siempre ´Sí, señor Puntila´ pero cuando éste lo invita a admirar la belleza del paisaje (…) y le pregunta si el corazón no le desborda ante esa visión, le responde: ¨Sí, el corazón me desborda cuando veo sus bosques, señor Puntila” (Marcha, 17 de enero de 1969, p. 25).
La crítica elogió ampliamente el espectáculo y destacó la actuación de Blas Braidot como Matti y especialmente la de Juan Manuel Tenuta como Puntila “una creación de plenitud y sabrosura como hacía tiempo no se veían por estos lados”, una “labor de gran histrión”, de “infinita calidad”, cuidando deslizarse hacia “una compasión y justificación” de su personaje que “puede limitar la validez de la interpretación de Puntila como latifundista, animal prehistórico y voraz. Del mismo modo se destaca la dirección de Cesar Campodónico que anima con total justeza, poesía y realismo, un devenir brioso y directo, un inteligente deslinde de la acción y su significación”, así como la “mágica escenografía” de Mario Gallup y Yenia Dumnova y la versión al castellano de Mercedes Rein (Cf. Gerardo Fernández, Marcha, 17 de enero de 1969, p. 25).
