- 1959 - El Círculo de Tiza Caucasiano
Por Roger Mirza.
En 1959 Atahualpa dirigirá El círculo de tiza caucasiano también con El Galpón, (estreno el 24/07/1959 en la sala de la calle Mercedes), su segunda puesta en escena de un texto de Brecht. Es de notar que El Galpón elige un título de Brecht para celebrar su décimo aniversario, elección que se repetirá a lo largo de la historia de la institución, que echará mano de la obra de Brecht en hitos futuros, como la inauguración de la sala 18 de Julio (con El Señor Puntila y su Criado Matti), la primera puesta en el exilio (Un Hombre es un Hombre), y más recientemente la celebración de su 65 aniversario (Historias Abominables, versión de Terror y Miserias del lll reich).
La obra (estrenada en 1948 en Estados Unidos), con música de Paul Dessau, en un prólogo y cinco actos, plantea el problema de la tenencia de la tierra, a través de una parábola en la que Brecht resuelve el tema aplicando el principios de que la propiedad de la tierra debe ser de quien la cuida y la trabaja.
El espectáculo tuvo gran éxito de público y la crítica aplaudió en forma unánime la dirección y el trabajo del elenco en su conjunto, subrayando el interés del texto y del autor. Junto con los elogios a la obra, aparecen algunas referencias a la nueva concepción teatral del autor. En un balance de fin de temporada se llega a afirmar:
"El círculo de tiza caucasiano está entre los textos más importantes del siglo y resulta, además, esclarecedor de las ideas de Bertolt Brecht, declarado marxista que sin embargo sabe ver el mundo con objetividad y que aquí defiende una convicción justa y muy compartida: que las cosas de este mundo sean de quienes las saben usar, mantener o trabajar."
(“Teatro del año”, sin firma, en El País, 31 de diciembre de 1959).
También se subrayaban las innovaciones en la concepción escénica:
"[El círculo de tiza caucasiano] es, además, una obra esclarecedora de las teorías teatrales del autor, de su famoso distanciamiento entre el personaje y la platea, tendiente a evitar que el espectador se comprometa emocionalmente con la anécdota."
(“Teatro del año”, sin firma, en El País, 31 de diciembre de 1959).
Ese año Atahualpa del Cioppo recibió el premio Casa de Teatro por la mejor dirección teatral del año, legitimación que confirma la consolidación de ese ingreso de un nuevo autor dramático a nuestro sistema teatral y, al mismo tiempo, un nuevo paradigma escénico, a través de la recepción creadora de ese modelo que obtuviera calurosa recepción del público tanto en Montevideo como en Buenos Aires, donde el espectáculo fue invitado.
La consolidación del modelo Brecht se confirma con la consagración en Buenos Aires. Al año siguiente del estreno, El Galpón fue invitado por la Federación Argentina de Teatros Independientes y por el Teatro Ift de Buenos Aires a presentar el espectáculo en la capital argentina donde ofreció 14 funciones (Cf. Pellettieri 1997, 71) y recibió entusiastas elogios de la crítica y el premio Talía al mejor espectáculo extranjero del año.
Posteriormente Atahualpa recorrerá varios países de Latinoamérica dirigiendo El círculo de tiza caucasiano con importantes elencos locales, en otra muestra del impacto y difusión latinoamericana que tuvo su interpretación de la propuesta Brecht y su concepción del teatro.
ARGUMENTO DE LA OBRA:
En el prólogo de la obra dos granjas colectivas se disputan la posesión de un campo de pastoreo.
La proximidad de las tropas enemigas nazis empuja a una de ellas a trasladar sus rebaños de cabras y asentarse en otro lugar mientras la otra permanece. Cuando los emigrados quieren regresar a su antigua tierra después de la guerra los integrantes de la granja vecina no quieren restituírsela pues la habían defendido con sus fusiles echando de allí a los alemanes. Para resolver el conflicto se resulelve la representación de una antigua obra teatral china de Li Hsing-tao, titulada “El círculo de tiza” (que se desarrolla en los cuatro actos restantes), similar al juicio de Salomón aunque con una inversión de roles porque aquí la madre que resulta amar al niño no es la madre biológica, sino quien lo crió desde su infancia, servirá para resolver el pleito.
En la obra la frívola esposa del gobernador, en medio de una revuelta, huye para salvar su vida y no se hace tiempo para llevar a su hijo recién nacido. Este es recogido por Grusche, una sirvienta del palacio que lo cuida en medio de múltiples peligros y dificultades y lo cría como suyo porque si se descubre la verdadera identidad del niño, éste corre peligro de muerte. Por otro lado, la misma revolución convierte a Azdak, un bribón borracho y pendenciero, en juez, y sus sentencias desconcertantes favorecen siempre a los pobres y desgraciados.
Pasados algunos años, ante él comparecen Grusche y la esposa del gobernador, Natella, alegando ambas ser la verdadera madre del niño. Esta última acusa a Grusche de haberle robado la criatura; Grusche expone su amor y dedicación para sentirse con derecho a reclamarlo como suyo. En realidad, el repentino interés de Natella por su hijo radica en que lo necesita para entrar en posesión de los bienes de su marido decapitado por los revolucionarios.
El astuto Azdak para decidir a quien confiar al niño propone una prueba que consistía en que ambas mujeres tomaran al niño por un brazo y quien lograra sacarlo de un círculo marcado con tiza se quedaría con el niño. La madre biológica lo logra pero Azdak entrega el niño a la mujer que lo crió y supo ceder para no lastimarlo.
La obra (estrenada en 1948 en Estados Unidos), con música de Paul Dessau, en un prólogo y cinco actos, plantea el problema de la tenencia de la tierra, a través de una parábola en la que Brecht resuelve el tema aplicando el principios de que la propiedad de la tierra debe ser de quien la cuida y la trabaja.
El espectáculo tuvo gran éxito de público y la crítica aplaudió en forma unánime la dirección y el trabajo del elenco en su conjunto, subrayando el interés del texto y del autor. Junto con los elogios a la obra, aparecen algunas referencias a la nueva concepción teatral del autor. En un balance de fin de temporada se llega a afirmar:
"El círculo de tiza caucasiano está entre los textos más importantes del siglo y resulta, además, esclarecedor de las ideas de Bertolt Brecht, declarado marxista que sin embargo sabe ver el mundo con objetividad y que aquí defiende una convicción justa y muy compartida: que las cosas de este mundo sean de quienes las saben usar, mantener o trabajar."
(“Teatro del año”, sin firma, en El País, 31 de diciembre de 1959).
También se subrayaban las innovaciones en la concepción escénica:
"[El círculo de tiza caucasiano] es, además, una obra esclarecedora de las teorías teatrales del autor, de su famoso distanciamiento entre el personaje y la platea, tendiente a evitar que el espectador se comprometa emocionalmente con la anécdota."
(“Teatro del año”, sin firma, en El País, 31 de diciembre de 1959).
Ese año Atahualpa del Cioppo recibió el premio Casa de Teatro por la mejor dirección teatral del año, legitimación que confirma la consolidación de ese ingreso de un nuevo autor dramático a nuestro sistema teatral y, al mismo tiempo, un nuevo paradigma escénico, a través de la recepción creadora de ese modelo que obtuviera calurosa recepción del público tanto en Montevideo como en Buenos Aires, donde el espectáculo fue invitado.
La consolidación del modelo Brecht se confirma con la consagración en Buenos Aires. Al año siguiente del estreno, El Galpón fue invitado por la Federación Argentina de Teatros Independientes y por el Teatro Ift de Buenos Aires a presentar el espectáculo en la capital argentina donde ofreció 14 funciones (Cf. Pellettieri 1997, 71) y recibió entusiastas elogios de la crítica y el premio Talía al mejor espectáculo extranjero del año.
Posteriormente Atahualpa recorrerá varios países de Latinoamérica dirigiendo El círculo de tiza caucasiano con importantes elencos locales, en otra muestra del impacto y difusión latinoamericana que tuvo su interpretación de la propuesta Brecht y su concepción del teatro.
ARGUMENTO DE LA OBRA:
En el prólogo de la obra dos granjas colectivas se disputan la posesión de un campo de pastoreo.
La proximidad de las tropas enemigas nazis empuja a una de ellas a trasladar sus rebaños de cabras y asentarse en otro lugar mientras la otra permanece. Cuando los emigrados quieren regresar a su antigua tierra después de la guerra los integrantes de la granja vecina no quieren restituírsela pues la habían defendido con sus fusiles echando de allí a los alemanes. Para resolver el conflicto se resulelve la representación de una antigua obra teatral china de Li Hsing-tao, titulada “El círculo de tiza” (que se desarrolla en los cuatro actos restantes), similar al juicio de Salomón aunque con una inversión de roles porque aquí la madre que resulta amar al niño no es la madre biológica, sino quien lo crió desde su infancia, servirá para resolver el pleito.
En la obra la frívola esposa del gobernador, en medio de una revuelta, huye para salvar su vida y no se hace tiempo para llevar a su hijo recién nacido. Este es recogido por Grusche, una sirvienta del palacio que lo cuida en medio de múltiples peligros y dificultades y lo cría como suyo porque si se descubre la verdadera identidad del niño, éste corre peligro de muerte. Por otro lado, la misma revolución convierte a Azdak, un bribón borracho y pendenciero, en juez, y sus sentencias desconcertantes favorecen siempre a los pobres y desgraciados.
Pasados algunos años, ante él comparecen Grusche y la esposa del gobernador, Natella, alegando ambas ser la verdadera madre del niño. Esta última acusa a Grusche de haberle robado la criatura; Grusche expone su amor y dedicación para sentirse con derecho a reclamarlo como suyo. En realidad, el repentino interés de Natella por su hijo radica en que lo necesita para entrar en posesión de los bienes de su marido decapitado por los revolucionarios.
El astuto Azdak para decidir a quien confiar al niño propone una prueba que consistía en que ambas mujeres tomaran al niño por un brazo y quien lograra sacarlo de un círculo marcado con tiza se quedaría con el niño. La madre biológica lo logra pero Azdak entrega el niño a la mujer que lo crió y supo ceder para no lastimarlo.
